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29 | CAPERUCITA ROJA El famoso cuento de Caperucita Roja fue escrito originalmente por el francés Charles Perrault hace más de 300 años y está incluido en su volumen Cuentos de Antaño. En el auténtico final de este cuento, el Lobo se come a la abuelita y a Caperucita Roja sin que nadie pudiera rescatarlas. El último párrafo reza así:
—¿Quién es? Caperucita Roja, al oír la ronca voz del lobo, primero se asustó, pero creyendo que su abuela estaba resfriada, contestó:—Es su nieta, Caperucita Roja, le traigo una torta y un...
Caperucita Roja, al oír la ronca voz del lobo, primero se asustó, pero creyendo que su abuela estaba resfriada, contestó: —Es su nieta, Caperucita Roja, le traigo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía. El lobo le gritó, suavizando un poco la voz: —Tira la aldaba y el cerrojo caerá.
Cuento clásico de Charles Perrault. © Versión escrita por Paola Artmann. Audio de texto a voz para una lectura asistida. Érase una vez una niñita que lucía una hermosa capa de color rojo. Como la niña la usaba muy a menudo, todos la llamaban Caperucita Roja. Un día, la mamá de Caperucita Roja la llamó y le dijo:
Charles Perrault* Caperucita Roja. Había una vez en una aldea una niñita que era la más linda del mundo. Su madre estaba loca por ella y su abuela más loca aún. Esta buen mujer le mandó hacer una caperucita roja que le sentaba tan bien que en todas partes la llamaban Caperucita Roja.
Caperucita cede al reclamo de amor. De entre la cofia salen las orejas monstruosas. "¿Por qué tan largas?", dice la niña con candor. Y el velludo engañoso, abrazando a la niña: "¿Para qué son tan largas? Para oírte mejor". El cuerpecito tierno le dilata los ojos. El terror en la niña los dilata también.
Caperucita Roja Erase una vez una pequeña y dulce muchachita, que en cuan to se la veía se la amaba, pero sobre todo la quería su abuela, que no sabía qué darle a la niña. Un buen día le regaló una caperucita de terciopelo rojo, y como le sentaba muy bien y no quería Ilevar otra cosa, la llamaron Caperucita Roja. Un día la madre le dijo: