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El civismo se define como el comportamiento ético, responsable y participativo de los individuos en su sociedad. Implica el respeto por las leyes y normas, así como la contribución activa para el beneficio de la comunidad. Desde una perspectiva conceptual, el civismo es el reflejo de una ciudadanía consciente y comprometida.
El civismo (del latín civis, ciudadano y civitas, civitatis, ciudad) o urbanidad se refiere a las pautas mínimas de comportamiento social que nos permiten convivir en sociedad de manera civilizada. El civismo nace de la relación de una persona con su localidad, nación y estado. [1]
El civismo es el conjunto de valores, actitudes y comportamientos que promueven el respeto, la responsabilidad y la solidaridad hacia la sociedad en su conjunto. El término civismo proviene del latín civis, que significa ciudadano.
En términos generales, el civismo se basa en la idea de que la sociedad es una unidad integrada por individuos que trabajan juntos para lograr objetivos comunes. El civismo implica la responsabilidad en la toma de decisiones, la participación en la vida pública y la defensa de los derechos humanos.
El civismo es la manifestación de una conducta ética y responsable en la sociedad. Se trata de un compromiso con los valores y principios que sustentan una convivencia pacífica y colaborativa. El civismo implica mostrar consideración por los demás, cuidar el entorno, respetar las leyes y contribuir al bienestar colectivo.
El concepto de civilidad designa un tipo de conducta política, a saber, de una conducta que tiene lugar en el contexto de un conjunto social cívico. En la medida en que se trata de comportamientos que se desarrollan al interior de sociedades civiles, éstos están atravesados por conflictos políticos, propios de la vida pública.
En resumen, el concepto de civismo es esencial para garantizar una convivencia pacífica y respetuosa en la sociedad, así como para promover valores como la solidaridad, la responsabilidad, la tolerancia y el respeto mutuo.
