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8 Νοε 2023 · Estoy triste, y mis ojos no lloran y no quiero los besos de nadie; mi mirada serena se pierde en el fondo callado del parque. ¿Para qué he de soñar en amores si está oscura y lluviosa la tarde y no vienen suspiros ni aromas en las rondas tranquilas del aire? Han sonado las horas dormidas; está solo el inmenso paisaje; ya se han ido los ...
En la copa de un olivo lloran dos viejas mujeres. El toro de la reyerta se sube por las paredes. Ángeles negros traían pañuelos y agua de nieve. Ángeles con grandes alas de navajas de Albacete. Juan Antonio el de Montilla rueda muerto la pendiente, su cuerpo lleno de lirios y una granada en las sienes. Ahora monta cruz de fuego, carretera ...
que nadie se atrevería a decir que no caminan. ¡Son los ángeles! Han bajado a la tierra por invisibles escalas. Vienen del mar, que es el espejo del cielo, en barcos de humo y sombra, a fundirse y confundirse con los mortales, a rendir sus frentes en los muslos de las mujeres, a dejar que otras manos palpen sus cuerpos febrilmente,
Valora en Bitacoras.com: “Sólo tu sonrisa permanece como muchas estrellas sobre ti, y pronto también sobre mí.” “Canciones de los ángeles” No he soltado a mi ángel mucho tiempo, y se me ha vuelto pobre entre los brazos, se hizo pequeño, y yo me hacía…..
31 Μαΐ 2018 · De este modo os traemos 5 poemas que deberías conocer de autoras muy diversas. Mi sangre y mi piel. Y mi piel valientemente negra. Mi lengua, mi acento y mi historia. De los que lloran. y se tienen sueños. se nace mujer. con sueños de mujer. como una mujer. que las manos las tiene vacías. ni tan dulce. como una mujer.
Siguió en pie frente a la ventana hasta que las primeras luces color lavanda de la aurora mancharon el cielo de levante, hasta que el pálido sol del invierno se despuntó en el horizonte. Hasta que nada quedó de la noche anterior, a excepción de los recuerdos. Miró y esperó en silencio.
que nadie se atrevería a decir que no caminan. ¡Son los ángeles! Han bajado a la tierra por invisibles escalas. Vienen del mar, que es el espejo del cielo, en barcos de humo y sombra, a fundirse y confundirse con los mortales, a rendir sus frentes en los muslos de las mujeres, a dejar que otras manos palpen sus cuerpos febrilmente,